La tecnología primero, internet y las redes sociales después, y ahora IA, han cambiado nuestra forma de vivir. Pero, ¿hacia donde nos están llevando?

Tecnología

Imagen generada con Stable Diffusion

Por Luis Domenech

Piénsalo. Todo nuestro mundo está ahí, en un ordenador, en un móvil, o en ambos. En sus memorias internas está guardado todo lo que a nosotros se refiere: nuestro historial como conductor está en manos de la DGT, nuestros viajes y desplazamientos en manos de la Policía Nacional, el sistema sanitario tiene todo nuestro historial médico, la Seguridad Social almacena nuestro historial laboral, los bancos poseen la totalidad de nuestro historial financiero, y el uso que hacemos de nuestras cuentas bancarias y nuestras tarjetas de crédito, los grandes almacenes, los hipermercados, los Amazon, EBay, Temu, y muchos otros saben como consumimos, Inditex o Primark saben como vestimos, y las redes sociales saben con quien hablamos, de que hablamos, lo que nos gusta, lo que nos disgusta, donde estamos y que estamos haciendo. Spotify sabe la música que nos gusta, quienes son nuestros grupos preferidos,  y hasta el contenido de nuestros podcast. Las fuerzas de seguridad del Estado guardan nuestro comportamiento. Los Ayuntamientos almacenan toda la información relativa a nuestra residencia. 

Todo está ahí. Todo el mundo está almacenado en enormes bases de datos los nuestros, y muchas de estas bases están interconectardas entre sí. Es como una pequeña sombra electrónica sobre cada uno de nosotros, rogando que alguien te joda con ello, y lo que no sabes es qué SÍ te puedes ver metido en problemas a partir de la información que otros tienen de tí, y no quiero cambiar de tercio sin citar al que mas sabe de todos nosotros: Google, que conoce nuestros contactos, tiene nuestro correo, nuestro calendario, nuestros datos bancarios, nos tiene geolocalizados en todo momento, almacena nuestras fotos, los documentos tanto privados como de trabajo, y todo lo que hacemos con cada una de sus numerosas aplicaciones, pues vivimos prácticamente en Google, y Google interviene de una manera u otra en todo lo que hacemos. Es el gran ojo del Gran Hermano que todo lo ve, todo lo sabe en todo tiempo y lugar, como si fuera un dios artificial con un gran poder en su interior.

Al mismo tiempo, este cambio de comportamiento aumenta el aislamiento social al que nos estamos dirigiendo los ciudadanos, al dedicarle mas tiempo a la tecnología que a la socialización, y lo estamos haciendo de forma voluntaria y encantados porque creemos que nos lo hace todo mas fácil, siendo además totalmente gratuita su utilización. Cada vez digitalizamos más aspectos de nuestras vidas: desde operaciones bancarias hasta hacer la compra, nos divertimos, e incluso socializamos virtualmente. Ya no se trata únicamente de utilizar redes sociales, videojuegos o pantallas para generar espacios en común. Probamos con el Metaverso de Zuckerberg, pero no nos convenció. Muy caras e incómodas las gafas y muy caro el precio de servicio. Ahora quien mas y quien menos ya se está introduciendo en el mundo de la IA por distintos motivos y con distintos fines que van de la investigación a la simple producción y visualización de cualquier tipo de contenido.

Hay gente que toma alucinógenos y se pone a hablar con ChatGPT; hay otros que utilizan la IA como pareja sentimental o para entablar una amistad a la que visualizan y con la que hablan; los agentes de IA nos prometen nuevas capacidades, como una tecnología que podrá tomar decisiones directamente por nosotros, sin que tengamos ni que molestarnos en pensar. Hay ya un término acuñado para quienes prefieren que la IA piense por ellos: "descarga cognitiva". Porque, reconozcámoslo, pensar a veces se hace muy cuesta arriba y supone una responsabilidad , pero no nos olvidemos de que una ley natural señala que cuando un órgano no se utiliza, este se atrofia.

La tecnología ha cambiado nuestra forma de vida completamente. Yo tengo 75 años. Cuando pienso en lo que hacía a los 10 años, a los 20, a los 30, a los 40, mi forma de vida y lo que hacia a lo largo del día, nada tiene que ver con lo que hacen quienes hoy están en cada uno de esos rangos de edad. Hasta los 10 años yo me pasaba la mayor parte de mi tiempo libre en el parque y en la calle jugando con otros niños, y a partir de los quince, ya socializaba, y esto fue así hasta entrada la década de los 80, y yo ya había cumplido los 30 años. Hoy la calle hace tiempo que dejó de ser lugar de juego para los niños en cuanto aparecieron las primeras consolas. ¿Se acuerdan de la ZX Spectrum y el fuego del Pong?

Los primeros juegos para ordenador aparecieron en 1980. La Consola ZX Spectrum de Sinclair apareció en 1982. La primera Nintendo con su superjuego Super Mario Bros es del 83.  En el 89 aparece la primera consola portátil: la Nintendo Game Boy. En 1994 nace la primera Sony Play Stacion, y es ya en pleno siglo XXI cuando Microsoft lanza su Xbox. El periodo del juego digital abarca por tanto los últimos 45 años, o lo que es lo mismo, dos generaciones de niños y jóvenes, un periodo que aún sigue vigente y que crece y se aguanta con fuerza.

De este cambio, hay víctimas. Los juegos de calle hoy ya casi son exclusivos de los peques. Los mas mayores (10-12 años en adelante) ya tienen móviles y es a lo que le dedican mas tiempo. Los juegos de mesa prácticamente han desaparecido como juegos familiares, y resultan arrinconados y llenos de polvo fuera de nuestras miradas. La tele, el juego de ordenador y la videoconsola son los sustitutos. Estos cambios, han logrado que nuestro cuerpo cambiara y nuestra mente también. Nos han vuelto sedentarios, vagos y remisos al esfuerzo que requiere cualquier tarea, y perezosos de pensamiento.

Ahora nos llega la era de la Inteligencia Artificial, que profundiza aun mas en el “hazlo por mi”, y que supone una nueva vuelta de tuerca “para que lo haga otro”. En este punto, yo me hago una pregunta: ¿Que quedará del ser humano si perdemos la capacidad de pensar? Y una segunda: ¿Puede la Inteligencia Artificial llegar a superar a la Inteligencia Humana?, y una tercera: y si así fuera, ¿Podríamos seguir considerándonos seres inteligentes, o los seres mas inteligentes?, y una cuarta: ¿Y que sería entonces de nosotros?

Tengo la sensación de que vamos en camino de encontrar las respuestas a estas preguntas en función de la ruta que la humanidad ha decidido emprender y que vamos a recorrer queramos o no queramos hasta fin de siglo. Otro escribirá el fin de esta historia.

 

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